Aunque hayan muchos contras como los negros golpeadores de puertas, culear en un cuchitril de un metro cuadrado, el poco tiempo o el olor a miado, mil veces me quedo con las topleras. En los topples puedes ver la actitud y sentir la mercadería ahí mismo, in situ. En cambio en las escorts te muestran unas fotos en Internet y cuando llegas es una mina que sin ningún brillo.
En escort para ponérselo a una mina de verdad rica, hay que pagar por lo menos $100.000 y más encima te cagan con el tiempo. En cambio, yo en Morande me he culiado a verdaderas bellezas (Perla, Luciana, Isis o Ambar, por ejemplo), por 17 o 15 lucas en el baño. No hay donde perderse.