Mis comienzos fueron en el mítico Salamandra el año 97 a los 19 años. Para los nombres de las minas siempre fui muy malo. Recuerdo que las primeras veces, iba solamente a correr mano a la barra (pendejo inocente, no entendía a los que se colocaban detrás, pegados a la pared), luego descubrí que estaba la mano para qliar y relativamente barato. The first cacha fue con una mina de ese mismo local que tenía un forro espectacular, morena, pelo largo con pinta de motoquera dark, de la que olvidé su nombre completamente. También me gustaba una que era derechamente gorda, pero muy sensual y con todo grande (siempre bailaba "The Beautiful People" de Marilyn Manson), también incursioné muchas veces en ese local con la leyenda Johanna, de la que me impresionaba su carerrajismo. En ese tiempo ella estaba 10 puntos y era como una pantera, salía a bailar de una sin calzones y te agarraba la mano a la fuerza y se la hundía en la panocha. En esos años comenzando mis 20s me mudé por pega a vivir cerca de Osorno (en la X región) y siendo pendejo entusiasta y caliente, me inventaba viajes a Santiago para llegar en la mañana, ir a algún café del centro, esperar que abriera el Salamandra o el TG3 que descubrí después y estar todo el día en los antros, para luego tomar un bus e irme en la noche. Esa la hice varias veces en el año. Luego en el TG3 me empoté con Pía, que la conocí luego de su 2.0. No podía creer que una mina con ese forro espectacular trabajara en los antros. Debo haber hecho millonaria a esa mina tanto que me la afilé. A mediados de la década pasada conocí el PSW y como cerraron todos los otros antros míticos, se convirtió en mi local de cabecera, con algunas incursiones en el Free y en Catedral. En el PSW me estrené con una madura grande rubia, con cara de matrona alemana y con unas tremendas tetas (que nunca recordé su nombre pero que me calentaba mucho). Antes era distinto el segundo piso y los suchuchos eran menos y más grandes y tenían más higiene y dignidad.
Mis idas a los ND están envueltas en una nebulosa, porque he ido tanto y durante tantos años, que no recuerdo muchas cosas concretas, aunque me han acompañado prácticamente la mitad de mi vida. Obviamente he incursionado muchas veces afuera, con escorts a toda regla, pero este es un vicio que me encanta, porque es mío, no lo comparto con nadie, voy sólo, tengo familia constituida obviamente, pero es una de las pocas cosas que me guardo para mi.
QUé puedo decir, me encantan los tugurios.