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Stone Sade

X - Files 2016

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Ya ha transcurrido la mitad de esta mini-temporada, 3 de los 6 capítulos.

El 1°: explosivo, magnífico, toda la carne a la parrilla, más conspirativo que los sueños húmedos de Salfate, una joya para los fans. El 2° ya decayó en intensidad por tratarse sólo de mutantes (lo que podría interpretarse como una suerte de precuela de los "X Men"), aunque estén relacionados con la conspiración. Pero en el 3° ya la cagaron medio a medio: en lugar de retomar la línea central - lo lógico por ser pocos episodios -, presentan una de esas chapulinescas historias de monstruos de "cine clase B", al estilo de los pocos y ridículos episodios escritos y dirigidos por Duchovny.

Va por mal camino la cosa: con pocos capítulos por recorrer no pueden estar perdiendo el tiempo en huevadas; a menos que exista la intención de alargar la historia con una nueva temporada usando esta sólo como gancho. Pero para hacer eso primero tienen que re-encantar a su público; nunca tan kamikazes, no son "Star Wars" para confiarse tanto.

Tal vez, como hincha de los Pistoleros Solitarios, sólo estoy impaciente por la tardanza del prometido retorno de mis héroes a la serie. O quizás sea la decepción de ver al otrora vital e incombustible Fox Mulder convertido en un anciano que a penas se puede la ponchera. No sé...

 

Quien no destiñe ni un solo milímetro es la siempre apetecible agente Dana Scully.

La cruel naturaleza hizo que el atractivo carnal de una mujer sea inversamente proporcional a su inteligencia. Da la impresión de que el cerebro en la hembra humana fuese un simple premio de consuelo para la mina a quien la carga genética no le alcanzó para llegar a ser rica. Pero hay en la galaxia unos cuantos ejemplares de mujeres inteligentes que son tan incendiariamente sexies que con sólo escucharlas sin necesidad de mirarlas a uno se le para el pico hasta el ombligo. Una de ellas es la actriz Gillian Anderson interpretando a la Dra. Scully, cuyos eruditos libretos no podrían ser entregados a cualquier tontorrona farandulera. Se podría decir que es la antítesis de la intelectual chilena (mata-pasiones por antonomasia).

Y aunque de caracho nunca fue un bombón, está más linda que hace 15 años. Una de las pocas viejas que después del "lifting" no quedó con parálisis facial o con cara de máscara de asesino en serie (los impajaritables cagazos de todo cirujano plástico farandulero). De piernas sí volvió media flacucha; me gustaba más en los '90 cuando tenía ese cuerazo porno que hoy puede verse en la rubiecita de lentes de "The Big Bang Theory", la que en la serie está casada con el nerd que se parece a Chespirito.

Como sea, Gillian Scully es la segunda razón por la que seguiré viendo esta mini-serie aunque esté guateando.

 

Vamos a ver qué pasa hoy.

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