Llamas para agendar, por lo menos una hora antes, a veces 3 o 4 horas antes. Llamas de nuevo cuando es cerca de la hora acordada para que te den las cordenadas aproximadas. Cuando llegas a ese punto llamas por tercera vez para que te den la dirección exacta. Casi todas te piden llamar de nuevo cuando estés en la puerta del edificio para darte el número de departamento. Te dan el número, subes y te dejan esperando un rato que se hace eterno frente a su puerta. ¿Si acababas de llamar antes de subir, si no estaba lista porque no te dice que esperes unos minutos abajo? Una vez que estás parado frente a esa puerta el tiempo se hace infinito, siempre abren alguna puerta próxima y uno de frente a la puerta que no se abre nunca, dándole la espalda a los otros, los cuales tu supones que saben todo lo que allí pasa y que te están sapeando! Hasta que se sienten tacos que se acercan, se abre la puerta y no hay nadie al frente tuyo! Entras rajado se cierra la puerta y recien ahí te das vuelta para ver a la que estaba tras la puerta. Bueno, si lo que sigue de la historia es de tu agrado y los hechos se desarrollan según esperabamos, esta primera parte pasa al olvido.
Queda siempre la duda: ¿Esos a quienes diste la espalda mientras esperabas serían todos desconocidos? Que pasa si después alguien te dice: ¿Eras tu o parece que eras tu el que estaba parado esperando que le abrieran en un depto en tal y cual parte, conoces a alguien ahí, etc, etc?
Parte de los riesgos de este deporte, pero sería mucho mejor si estas niñas estuvieran esperando por el interior de la puerta desde el momento en que ya saben que estamos abajo en su edificio. Chiquillas, a tener en cuenta como servicio al cliente; es un factor más de fidelización, sobre todo de los que somos un poco perseguidos.