Nunca fui al Salamandra, aunque se sabia que tenia fama de crudo, si fui a uno del caracol llamado Capricornio, y también a uno de Merced casi con San Antonio, habia que bajar una escalera, habian dos, uno el Pussycat al cual íba a fines de los noventa, en ese tugurio recuerdo haber visto al que fuera niño poeta Emilio Antilef, tirando las manos como pulpo junto al escenario, jajaja, que recuerdos.