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dedalo69

EL ARCO (The bow) (Hwal)

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Esta pelicula ha llegado a Chile bastante atrasada, de hecho en europa llego a principio del 2006 y en corea en el 2005... ojala que este tiempo de espera no sea en vano para ustedes.

 

Dirección y guión: Kim Ki-duk.

Duración: 98 min.

Género: Drama.

Interpretación: Jeon Sung-hwan (Viejo pescador), Han Yeo-reum (Muchacha), Seo Ji-seok (Universitario), Jeon Gook-hwan (Padre del universitario), Kim Il-tae, Jang Dae-sung, Cho Suk-hyun, Kong Yoo-suk, So Jae-ik, Shin Taek-gi (Pescador amable).

Producción: Kim Ki-duk.

 

 

si sitio web veanlo aca y si lo kieren en espanol...

 

SINOPSIS: Un anciano pescador (Jeon Sung-hwan) vive en medio del mar con una muchacha (Han Yeo-reum) a la que recogió cuando era niña. El viejo pescador espera para desposarla que ella cumpla 17 años. Mientras tanto, prepara la dote, la protege contra los hombres que vienen a pescar a su barco e intentan propasarse con ella. Su única forma de protegerla es disparando con el arco, un arco que también le sirve para adivinar el futuro y como instrumento musical. Un buen día, un grupo de pes-cadores desconocidos sube al barco, entre los que se encuentra un joven universitario (Seo Ji-seok). El chico y la muchacha se enamoran. El viejo pescador sabe que su sueño ha llegado a su fin

 

La personal obra de Kim Ki-duk llegó a un punto y aparte con el colosal éxito de crítica y público –colosal para un film coreano– de "Primavera, verano, otoño, invierno… y primavera". Para quienes estaban familiarizados con su obra anterior, este film representó una sorpresa y un cierto punto de inflexión. Por ello es significativo que el coreano se reservara un pequeño papel en este bello film sobre la culpa y la redención. En este capítulo el protagonista, que acarrea con un crimen de juventud, empieza a pagar por sus pecados justo antes de la redención final que le llegará con la madurez. Tras esta expiación pública, que se presta a múltiples lecturas, parece que Kim Ki-duk se quitó un peso de encima, tal vez el peso que explicaría la ira y la contundencia de sus primeros films y la presunta “ligereza” que ha definido su obra posterior. En este sentido, "Samaritan girl" e "Hierro 3", aunque muy coherentes en una filmografía marcada por la violencia y misoginia y por una extraña sensibilidad y lirismo, se antojan bastante más ligeras que las primeras obras del director, como "La isla", "Address unknown" o "Bad guy". Por este motivo, "Samaritan girl" e "Hierro 3" resultan también más llevaderos para un público que poco a poco se deja cautivar por el peculiar mundo de este autor. Pero el director coreano también se ha dejado atrapar por este nuevo público occidental que le aplaude sin reservas. Y está dispuesto a complacerlo, aunque sea a golpe de concesiones como parece demostrar con su nueva película, "El arco". Kim Ki-duk da un paso más en este camino sin retorno y culmina esta fase de su trayectoria con una suerte de obra-compendio de lo visto hasta el momento. Y esa vocación de catálogo, de autorrevisión, constituye al mismo tiempo la principal virtud y el mayor defecto de este film tan fascinante e hipnótico en su forma como tristemente vacío en su contenido. "El arco" propone la extraña relación entre un viejo lobo de mar que cuida de una chica desde pequeña y con la que pretende casarse cuando alcance la mayoría de edad. Mientras tanto, la mantiene aislada en un barco de pesca, con los pescadores ocasionales que suben al barco como único contacto con el mundo. Para espantar a los pescadores demasiado atentos a la joven, el viejo marinero utiliza un arco y unas flechas que tienen como segunda aplicación la de instrumento musical. Con el arco, y en complicidad con la joven, el anciano también vive de predecir el futuro. El frágil equilibrio de esta peculiar pareja –no faltan las voces remilgadas que entienden esta relación como un caso de pederastia– se rompe cuando un joven pescador acelera el despertar sexual de la joven y precipita, al mismo tiempo, el drama final. La geografía común de la obra de Kim Ki-duk es fácilmente reconocible en "El arco": desde esos espacios físicos que representan el aislamiento emocional (aquí el barco flotando en alta mar), hasta el agua como elemento de purificación (espiritual), los amantes silenciosos, las relaciones posesivas, la sensualidad que se tiñe de violencia, la misoginia que disimula cierta debilidad masculina, la libertad como gran demostración de amor… Sin embargo, estos lugares comunes están simplemente apuntados, y funcionan más como citas a películas anteriores del autor que como auténticos elementos dramáticos. La austeridad y la crudeza visual también siguen siendo en "El arco" marcas de la casa, pero con menos fuerza. Se palpa, en cambio, el creciente interés del director coreano, tan deliberadamente descuidado con la puesta en escena, por depurar su propio estilo, limpiarlo de impurezas y cuidar más las formas, los encuadres, los colores…. Una tendencia que se apuntaba ya en "Primavera, verano, otoño, invierno… y primavera", y que alcanza sus cotas más altas en este film. Este nuevo interés formal, en algunos momentos, responde a la necesidad de complacer a su nuevo público. El afán por mostrar la indumentaria y los complementos nupciales, por ejemplo, que se describen con obsesivo detalle; o incluso la secuencia de la boda según el rito tradicional coreano constituyen imágenes para el recuerdo, pero al mismo tiempo parecen soluciones pensadas para un público que se deja fascinar por lo exótico, por los colores y las costumbres de otra cultura todavía muy lejana. En conjunto, podría considerarse "El arco" como el film con mejor acabado formal en la filmografía de Kim Ki-duk, pero también como su película más autocomplaciente, con un contenido superficial y vacío construido a partir de los restos de las historias de sus obras precedentes. Es innegable la fuerza del cine de Kim Ki-duk y su capacidad para crear imágenes de cruda belleza, pero nada nuevo aporta este título a una filmografía tan fresca, tan intensa y tan libre como la suya. Puede que lo confirme definitivamente entre el público más rezagado, el que le descubrió con "Primavera, verano, otoño, invierno... y primavera", pero para sus seguidores más fieles, "El arco" debería ser tan sólo la breve escala de un viaje que a partir de ahora emprenda un nuevo y muy diferente rumbo...

No es una obra fascinante o redonda, pero sí posee momentos de una gran belleza que merecen nuestra consideración y complicidad. Una historia de una gran sencillez que no funcionaría si no fuera por las emociones que desprenden algunas de sus escenas

 

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