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dedalo69

LOS SEIS SIGNOS DE LA LUZ

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LOS SEIS SIGNOS DE LA LUZ

(The Seeker: The dark is rising)

 

para mi gustos recomendable...

 

Dirección: David L. Cunningham.

Género: Aventuras, fantasía.

Interpretación: Alexander Ludwig (Will Stanton), Christopher Eccleston (El Jinete), Frances Conroy (Miss Greythorne), Ian McShane (Merriman Lyon), Gregory Smith (Max), Amelia Warner (Maggie Barnes), Jim Piddock (George), James Cosmo (Dawson).

Guión: John Hodge; basado en la novela de Susan Cooper.

 

UN POCO DE TODO

 

Cuenta la historia de Will Stanton (Alexander Ludwig), un joven que descubre que él es el último de un grupo de guerreros que han dedicado su vida a luchar contra las fuerzas de la Oscuridad. Viajando a través del tiempo, Will descubre una serie de pistas que le llevan a un enfrentamiento con fuerzas de un inimaginable poder. Con la Oscuridad resurgiendo, el futuro del mundo está en sus manos.

La literatura fantástica se está convirtiendo, cada vez más, en una fuente inagotable de inspiración para las producciones comerciales destinadas a un público infantil y juvenil. Con la millonaria saga de Harry Potter por bandera, la viabilidad económica de trasladar a la gran pantalla famosas novelas de género está más que demostrada, y ya se sabe: cuando Hollywood encuentra un filón, lo exprime hasta límites insospechados. "Las crónicas de Naria: El león, la bruja y el armario" (Andrew Adamson, 2005), "Un puente hacia Terabithia" (Gabor Csupo, 2007) o la aún inédita "La brújula dorada" (Chris Weitz, 2007) son las muestras más recientes de la invasión de mundos imaginarios que nos bombardea insistentemente.

 

“Los seis signos de la luz” toma como punto de partida la serie de libros de Susan Cooper, para presentarnos la historia de Will (Alexander Ludwig), a cuya vida llegamos en ese complicado momento que es para cualquiera la pubertad. Hormonas, chicas, las burlas de los hermanos mayores… un inesperado y conflictivo cúmulo de cambios insospechados, difíciles de encajar. Sin embargo, su adolescencia es distinta de la del resto: pertenece, aunque él no lo sabe, a una estirpe de guerreros en cuyas manos está el destino de la eterna batalla entre la Luz y la Oscuridad. Con la ayuda de Merriman (Ian McShane), la señora Greythorne (Frances Conroy), Dawson (James Cosmo) y George (Jim Piddock) hará frente a la amenaza de El Jinete (Christopher Eccleston), en esta historia de aventuras para toda la familia que incorpora el clásico mensaje acerca de la amistad y la superación personal. La principal virtud de la película es la acertada dosificación de los acontecimientos; la narración está repleta de acción, batallas y persecuciones, pero no se presentan de modo atropellado, teniendo en cuenta lo ajustado de la duración de la proyección –apenas noventa minutos–. Tras un prólogo veloz, en el que conocemos a los personajes principales e intuimos un episodio trágico en su pasado, el metraje coge velocidad para no detenerse jamás, en un espectáculo que hará las delicias de una platea adolescente que no tendrá problemas para identificarse con el protagonista, un resuelto Alexander Ludwig que firma su primer papel importante con soltura, teniendo en cuenta que el escaso desarrollo del personaje no es responsabilidad suya.

El enfoque no escapa a los parámetros de una producción para todos los públicos, pero sin embargo aporta detalles que hacen agradable su visionado para una audiencia más amplia. David L. Cunningham orquesta las secuencias de acción con bastante habilidad a pesar de ser, en ocasiones, un tanto simplonas, apoyado en unos espectaculares efectos CGI que envuelven a la perfección las apariciones del inquietante villano o la que es, sin duda, la mejor escena de la película, el oscuro interrogatorio en el centro comercial; pequeños guiños invisibles para los púberes –la sugerida violación súbitamente interrumpida por Will en la batalla medieval– y un protagonista consciente de lo surrealista de la situación –«¿salvar el mundo? ¡si ni siquiera sé cómo hablar con una chica!»– contribuyen a que la búsqueda de los signos resulte amena y más coherente que otros productos de este tipo. Curiosa es también la facilidad del equipo para presentarlo todo sin que aparezca ni una sola gota de sangre, logrando que casi no se eche en falta. El conjunto resulta un tanto frío y mecánico en algunos momentos, aunque no empaña demasiado este producto de consumo rápido, que estratégicamente llega a las salas españolas un par de meses antes que la más publicitada "La brújula dorada". El reparto se beneficia de la participación de un magnético Ian McShane, convertido en una suerte de padre alternativo para el desquiciado muchacho; James Cosmo demuestra que su imponente presencia puede también resultar entrañable, mientras que Christopher Eccleston se lleva lo mejor de la función, resultando descacharrante o “temible” en su doble papel. Una pregunta queda en el aire: ¿pretende el director presentar a El Jinete como una sutil metáfora sobre el cambio climático?

 

Inevitable, aunque inútil, es cerrar este comentario con el enésimo tirón de orejas a los responsables de adaptar los títulos en nuestro país, ya que “Los seis signos de la luz” resulta un tanto engañoso por aparentar dirigirse a una audiencia más infantil de la que realmente busca el advenimiento de la oscuridad a la que hace referencia la denominación original. Pero ya se sabe…

 

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