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Blade Runner

El Sorprendente Leicester City

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Cuando todo el mundo mira los mega presupuestos que rodean a los grandes equipos europeos de fútbol, pareciera que quieren pasar por alto el enorme esfuerzo que hasta ahora le da resultado nada menos que al Leicester City.
Porque a la llegada de Guardiola al Manchester City y la enorme pléyade de jugadores que trae consigo, a los dineros que día a día mueven el Manchester United, Real Madrid o Bayern Munich, se contrapone esta historia de los Foxes, hasta ahora única en su género y que, a estas alturas, todos desean que llegue a buen puerto, coronandose como Campeones de la EPL.
De resultar así, el Leicester podría codearse con el otro Campeón sorpresivo, el Blackburn Rovers, pero con una clara diferencia: en el caso del Blackburn, un empresario del acero, Jack Walker, puso el talonario sobre la mesa, fichando a Kenny Dalglish como DT y trayendo jugadores como Grame Le Saux, Chris Sutton, Kevin Gallacher y sobre todo, el temido Alan Shearer. En el caso del Leicester, la historia es radicalmente distinta, pero en base a un enorme ojo futbolero.
Porque la base de este sorprendente equipo, pequeño entre los más pequeños de la EPL, tiene entre otros, a Kasper Scheimechel, hijo del Gran Danés Peter Scheimechel, otrora símbolo del mejor Manchester United, quien no pasó una prueba en los red devils; seguidamente, cruza la vereda y se va al City, donde queda libre y sin muchas opciones de donde aferrarse, se muda al equipo azul de Leicester. Robert Huth, un espigado y duro defensa central, cortado en Chelsea, Middlesbrough y Stoke por duro y tronco y que aqui se a reconvertido en un tractor que despeja casi todo: porque lo que no saca Huth, lo saca Wes Morgan, otro central, duro y fiero, que fue cortado el 2012 por el Notthingham Forest, y que hoy por hoy se luce con la jineta de Capitán del Leicester.
Pero el tridente que mueve al Leicester es indudablemente el conformado por Jamie Vardy, Riyad Mahrez y N'Golo Kanté, cada uno dueño de una historia especial. Kanté, un francés descendiente de Congoleños, tuvo una larga marcha hacia la EPL, tras transitar por años en las categorías menores de Le Ligue 1. Una buena temporada en el Caen le sirve de trampolín para llegar a la EPL al equipo azul de Leicester.
La historia de Mahrez es muy similar: francés descendiente de argelinos, buscó en el fútbol la forma de afirmarse en la vida. Recién a los 19 años (una edad atípica para comenzar en el fútbol) fichó por un equipo amateur; luego vendría un paso por Le Havre, desde dónde saldría al Leicester, sin por ello ir sufriendo golpes por la vida: la muerte repentina de su padre marcó a fuego a Mahrez y también el motivo por el cual era frecuentemente desechado por los clubes: su extrema delgadez lo que lo hacía, en teoría, propenso a lesiones. Su delgadez es atribuida, en palabras de Mahrez, al hecho de ser un futbolista fanático, lo cual hacía que se olvidara de comer frecuentemente. Y hay otra respuesta práctica, Mahrez no ha sufrido lesiones de consideración a lo largo de su carrera.
Pero la guinda de la torta es Jamie Vardy. Un veloz delantero que, por su baja estatura, fue desechado por su equipo original, el Sheffield Wednesday con solo 16 años y que por muy poco no tuvo que dejar el fútbol. Por defender a un amigo por la nada misma no terminó preso, pero sí obligado a usar una tobillera digital; un periplo de clubes amateur, dónde el dinero no alcanzaba y dónde Vardy tuvo que emplearse en una fábrica de férulas, como un obrero más, para luego ir a los barriales más peligrosos para poder seguir jugando. El Leicester lo fichó por 1.5 millones de libras, una cantidad demencial para un club pequeño para un delantero sin nombre que venía de un club desconocido, el Fleetwood Town. Dinero que ha sido retribuido en base a pura potencia, el sello definitivo de Vardy, que pasa fuerte y decidido, en medio de los roperos más rudos del orbe.
El que amasó y dió forma a este exitoso Leicester es Claudio Ranieri, un DT italiano con vasta experiencia, que ha estado en numerosos y grandes equipos, pero que pese a tener un nombre y una reputación, no ha logrado muchos éxitos en su carrera, salvo un par en periplos en Fiorentina y Valencia. Ranieri ha señalado que, de lograr el éxito con Leicester, es indudablemente el logro más grande de su dilatada carrera.
Prueba del toque de Ranieri es el famoso tema de la pizza. Para azuzar a su equipo para terminar con su arco en cero, Ranieri quedó en invitar a sus pupilos a comer pizza. Esa fecha, el Leicester ganó 1 a 0 y Ranieri pagó su promesa. Pero a su manera: el equipo llegó y tuvieron ellos mismos que preparar y cocinar su pizza. «Tienen que trabajar para lograr cualquier cosa. Así que trabajen también para su pizza. Haremos nuestra propia pizza» les dijo Rainieri. Ahora, el ritual de la pizza es obligado en casi todos los partidos de los Foxes. Incluso su fanaticada los acompaña, y también los hinchas preparan su propia pizza.
Hoy el Leicester con un pésimo arbitraje de por medio, solo igualó 2 a 2 con West Ham. Salvó a duras penas el punto. Pero Ranieri debiera invitar a la pizzería a su equipo. Era conmovedor ver a ese pequeño equipo como corría hasta morir cada balón. Y los hinchas alientan mucho más cuando la pelota no está con ellos, obligando al equipo a más. Bueno, eso es química. Eso es fútbol. Un equipo que va contra las reglas, con buen fútbol. Un grupo de jugadores desechados, más un técnico que tuvo una segunda oportunidad. Súmele convicción y entrega. Que más se puede pedir? Leicester bien se merece un título, bien se merece un Campeonato.

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Y lo logró.

En un partido tremendo, el Leicester logró arrancar del Teatro de los sueños con un punto de oro frente al todopoderoso Manchester United. La obligación caía en las manos del Tottenham, quien debía vencer en Stamford Bridge al siempre peligroso Chelsea. En un partido de auqellos, Tottenham echó mano a su condición de euipo mufa en Inglaterra, para desperdiciar una ventaja de 2 goles (que bien pudieron ser más) para ver como los Blues, uno de los equipos rivales de Londres, les empataba con goles de Cahill y de Hazard (en el 86!). De ahí en más, 10 minutos de agregado que fueron los más largos en la vida del Leicester y la agonía del Tottenham quien no pudo hallarle la vuelta. 2 a 2 en el global y el título viajó a la ciudad de Leicester, dónde me imagino la cerveza no parará de correr toda la noche y la algarabía no va a parar jamás.

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El logro del Leicester trae a la memoria los increíbles logros de otros equipos, los mal llamados chicos, que igual en su minuto se dieron maña suficiente como para dar guerra de la buena y lograr títulos y campeonatos de manera merecida y sorpresiva.
En el plano local, nada más digno de mérito que la hazaña de Cobresal, un equipo pequeño, afincado en la comunidad de El Salvador, quien no logró los triunfos que tenían sus parientes mayores, como Cobreloa u O'higgins y hasta Huachipato, en las buenas ápocas cuando el cobre (y el acero) pagaban planteles de lujo. Lo suyo vino en un minuto dónde el aporte de la cuprífera iba en bajada, con el destino incierto del cierre de la mina y con un grupo de jugadores con hambre, dirigidos por un técnico como Dalcio Giovanoli que la supo hacer. Dejando atrás los presupuestos generosos de Colo Colo, Universidad de Chile y Universidad Católica, Cobresal hizo la hazaña y se quedó con el Torneo del 2015. Una sorpresa de aquellas.
En Francia, Montpellier nunca había sido mucho ni mostrado nada hasta hace unos pocos años. La Ligue 1 siempre había sido terreno exclusivo de los gigantes franceses como el PSG, el Lyon, el Marseille o el Mónaco. Sin grandes nombres (Marco Estrada era uno de sus medicampistas), pero mucho corazón y fútbol, Montpellier equiparó números y se hizo del Campeonato francés para la temporada 2012.
A pesar de ser de una ciudad como Génova, en un país futbolizado como Italia y ser uno de los equipos más antiguos del fútbol de la península, Sampdoria recién logró su primer título en el año 1991, en pleno reinado del Napoli y del AC Milan. Un grupo de jugadores notables, liderados por Gianluca Vialli, la descosieron en esa temporada, ganando el Scudetto ese año y le faltó nada para llevarse la Euro, dónde perdieron la final con el Barcelona.
La Bundesliga ha sido el reino del Bayern Munich, del Borussia Dortmund, etc. Pero sorprendió el 2009 el título del Wolfsburgo, el equipo verde apadrinado por Volkswagen. Rompiendo la hegemonía histórica de los grandes equipos teutones, el equipo de los lobos era encabezado por Edin Dzeko, temible tanque bosnio y por el ariete brasileño Graffitte, un verdadero mago a la hora de marcar. Dando espectáculo, se llevó su primer título de Bundesliga de una manera merecida y sembrando el campo para campañas exitosas en su torneo local como en Europa.
El torneo de fútbol belga ha sido terreno exclusivo de clubes como Anderlecht, Standard Lieja o el Brujas (el rival local de éste último, el Círculo Brujas, ostenta 3 títulos nacionales, pero en la época más antigua de la liga). Por eso sorprendió el éxito el 2015 del Gante, equipo muy pequeño, que amarró la liga con anticipación y haciendo caer en el olvido el predominio de los grandes de Bélgica.
La historia podría repetirse en esta temporada pero con el Genk, equipo que domina la liga, que tiene finanzas estables, con un sistema de fincas exitoso y con ventas atractivas hacia las demás ligas (del Genk salieron Courtois, arquero del Chelsea; Benteke, delantero del Aston Villa; Kevin de Bruyne, del Manchester City).
Pero si de milagros se trata, hay que ver como el Leicester encadena los logros de dos equipos pequeños de la isla británica, y que la hicieron de la mano de un mismo hombre.
Porque Brian Clough, el "viejo bastardo" como el mismo solía decirse, llevó primero al Derby County de ser un equipo a punto de caer a tercera división, a campeón de segunda y de ahí a campeonar en la antigua EPL. Pero como Clough era un tipo de aquellos, lo echaron de mala manera. 44 días duró en Leeds, el equipo que mandaba en Inglaterra en ese entonces. Y ancló en el Nottingham Forest. No solo lo salvó de caer, tal como en Derby, a tercera división. La potencia de su plantilla lo llevó a campeonar en segunda y luego en primera, repitiendo el milagro de Derby County. Pero lo mejor estaba por venir. Acompañado por su fiel Peter Taylor, su ayudante de campo que ponía la mesura y la reflexión en la locura del método de Clough (y quien tenía un impresionante olfato para comprar los jugadores exactos que Clough necesitaba a un precio más que módico), reforzó a su Forest con joyas como Trevor Francis ( "Trevor Francis no nos costó un millón de libras, costó $999.999. Tú sabes, hay que quitarle presión al hombre") e hizo el milagro máximo, derrotando al Malmö sueco en la final de la Champions ( “No fue un gran partido, ellos fueron un equipo aburrido. De hecho, Suecia es una nación aburrida. Pero hemos ganado”) y logrando un éxito imposible para un equipo pequeño de Inglaterra. Pero aún faltaba algo más, conduciendo al Nottingham Forest a una segunda victoria continental (unico equipo que ha repetido consecutivamente el máximo trofeo europeo a nivel de clubes) derrotando esta vez al Hamburgo alemán ( "A mis jugadores les daba una variante del mismo mensaje todos los sábados a las tres menos de diez: 'Ahora mismo le pegaría un tiro a mi abuela con tal de conseguir los tres puntos esta tarde'. Así sabían lo importante que era que se dejaran la piel por la causa. Siempre sin excepción. Por eso mi abuela vivió más vidas que mi gato").
De Brian Clough quizás haya un topic más adelante. Pero, por ahora, que Leicester festeje. Después de todo, si Brian Clough lo logró transformando de una vez y para siempre a su Nottingham Forest, quien dice si Claudio Ranieri logre lo mismo con los foxes azules?

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