Mencionaré los dos primeros, el verano de 2017. Tras haber terminado una relación de dos años, andaba caliente y entre varias páginas porno caí en un portal de escorts. Siempre había fantaseado con las maduritas, y yo con 22 años sentía que tenía que hacerlo luego por el morbo de la diferencia de edad. Como aún estaba estudiando, no tenía muchas lukas, así que accedí a una flaquita cuarentona que hacía 30 minutos por 10k en calle Guayaquil. MALA. Error de novato y la mina no era la de la foto, sino una colombiana guatona con la que costó calentarme; un departamento cochino; mala actitud, pero me quedé ya que no sabía bien qué hacer. No lo disfruté para nada y me custioné un montón la decisión.
Al rededor de un mes después, aún de vacaciones y en otra volá de calentura, me topé con un anuncio de Amanda (58 años, 15k por 30 min.) y por los comentarios decidí acceder. Para mi sorpresa era el mismo edificio, así que empecé a dudar de que fuese el mismo cuchutril. Sin embargo como tenía acento chileno le di el beneficio de la duda. Excelente decisión. Sale a recibirme y me lleva de la mano hasta su departamento (que afortunadamente era en otro piso, limpio y ordenado) y me da un trato tan amoroso que era como estar con una tía regalona. Duchita, a la pieza y empezamos con unos ricos besos y manoseos, le chupé sus grandes tetas, orales mutuos, y luego me pone el condón con la boca. Como tenía poco tiempo, fue pocos minutos en un par de posiciones, y mientras le metía el dedo por el culo, muy nervioso le pregunto si puedo darle anal. Lo piensa unos segundos, y me sonríe cariñosamente diciéndome "bueno, pero despacito porque duele". Seguimos así hasta que sentí que iba a correrme. Me saca el condón, chupa un rato, le pido si puedo tirárselo a la cara, pero me dice que no porque usa lentes de contacto y le puede caer al ojo. Sin embargo continúa con una rusa y me corro a chorros en sus grandes tetas. Fue maravilloso. A pesar de que había pasado la media hora, me cedió unos minutos de regaloneo y conversación en su cama, los que continuamos en la mesa mientras le comentaba mi experiencia anterior y yo recibía sus consejos además de escuchar sus historias. Luego sale a dejarme abajo y nos despedimos con un rico beso de pololos, no podía creer lo que estaba viviendo.
Lamentablemente creo que ya no sigue en el rubro. Justo cuando quiero incursionar más en estas andanzas
