Interesante el tema propuesto. Generalmente, me visto ordenado y paso desapercibido en las calles y malls de Santiago. Soy un hombre más, decente y simple.
Pero, los fines de semana voy al fútbol y soy integrante de una barra brava. Me pongo mi camiseta, no me afeito y luzco entre rudo y flaite. Y es increíble, porque de esa forma gano la atención casi inmediata de las "camboyanas" y atraigo la mirada libidinosa de las cuicas.
Extraño, ¿no? Imagínense que cuando estaba en la universidad, usaba el pelo largo y la ropa bien andrajosa, tenía éxito con las mujeres de todo tipo. Hoy, que sé lo que quiero, que soy responsable, que tengo una gran carrera y soy un hombre que visto bien y puedo satisfacer de mejor forma a una mujer... nada.
Bueno, tengo polola, tampoco soy gil. Lo extraño es que ambos sexos nos sentimos atraídos morbosamente hacia lo vulgar o quizás más salvaje. A no olvidarse que somos animales y tenemos instinto ;)
Saludos.